
Escrito por José Cotino: Una mañana en Siros con mi familia
Llegamos a la isla de Siros en un soleado lunes por la mañana, tras dos días de navegación desde Estambul en nuestro crucero familiar. Nada más bajar al puerto de Ermúpoli, supimos que nos esperaba una jornada mágica llena de historia, arquitectura, escalinatas interminables y, por supuesto, un buen chapuzón en el mar Egeo.
Con Pepe, Lola, Nina y Leo comenzamos a recorrer esta ciudad única, una mezcla perfecta entre el encanto griego tradicional y el legado neoclásico que la hace diferente de otras islas de las Cícladas.
Ermúpoli, la elegante capital de Siros
Historia viva en cada rincón
Ermúpoli no es solo un puerto; es un lugar con un pasado glorioso. En el siglo XIX fue el puerto más importante de Grecia, incluso más que El Pireo en Atenas. Los barcos de vapor llegaban cargados de mercancías, y la ciudad se llenó de comerciantes, viajeros y arquitectos que construyeron grandes edificios neoclásicos.
Mientras paseábamos por la plaza Miaouli, Leo imaginaba enormes barcos llegando con tesoros, mientras que Nina, más soñadora, veía en su cabeza damas con vestidos largos caminando con sombrillas bajo el sol.
El Ayuntamiento y el Teatro Apolo
Uno de los edificios más impresionantes es el Ayuntamiento de Ermúpoli, diseñado por el arquitecto Ernst Ziller, que parece un palacio salido de un cuento. Justo en la misma plaza encontramos cafeterías con terrazas perfectas para descansar y tomar algo fresco.
A pocas calles, se esconde otro tesoro: el Teatro Apolo, conocido como “la pequeña Scala de Milán”. Nos asomamos para verlo y fue como abrir una ventana al pasado cultural de la isla.

Iglesias que cuentan historias: San Nicolás y la Resurrección
La Iglesia de San Nicolás, “el rico”
Nuestra caminata nos llevó hasta la Iglesia de San Nicolás, la más importante de Ermúpoli. Los locales la llaman San Nicolás el Rico, porque fue construida en una época de gran prosperidad de la isla. Su fachada imponente, con columnas clásicas y una cúpula azul que brilla con el sol, nos dejó sin palabras.
Al entrar, Nina se quedó mirando las lámparas de araña, mientras Leo señalaba los iconos dorados que parecían brillar por sí mismos. Era como entrar en un pequeño museo vivo, lleno de historia y devoción.


La Iglesia de la Resurrección, en lo alto de Ermúpoli
Tras más escaleras (¡y vaya que son muchas en esta isla!), alcanzamos la Iglesia de la Resurrección, situada en lo alto de la colina de Vaporia. Desde allí, las vistas son espectaculares: el mar infinito, las casas escalonadas y el puerto con nuestro barco esperando.
El interior de la iglesia es más sencillo que el de San Nicolás, pero su ubicación la convierte en un lugar especial, casi como un faro espiritual que vigila toda la ciudad. Pepe decía que mereció la pena el esfuerzo de subir, y yo asentí, aunque notaba cómo las piernas pedían descanso.

Vaporia, el barrio noble junto al mar
Después de recorrer las iglesias y el centro histórico, seguimos caminando hasta el barrio más fotogénico de la ciudad: Vaporia. Aquí, las casas de los antiguos armadores se alzan orgullosas sobre el mar, con balcones que parecen flotar sobre el azul del Egeo.
El camino hasta Vaporia es un poco exigente, con muchas escalinatas que serpentean entre callejuelas. Eso sí, cada subida merece la pena: flores colgando de los balcones, puertas de colores y vistas que parecen sacadas de una postal.


Baño en Vaporia Beach: plataformas sobre el mar
Un chapuzón diferente
Después de tanto andar, llegó el momento que más esperaban Nina y Leo: ¡el baño! Pero en Vaporia no hay arena ni sombrillas. Aquí lo especial es lanzarse al agua desde las plataformas de piedra que se adentran directamente en el mar.
Nos zambullimos en las aguas cristalinas de Vaporia Beach y fue una experiencia única. La sensación de nadar al pie de esas casas neoclásicas, con el sol reflejándose en el mar, es algo que difícilmente olvidaremos.
Consejito viajero
Eso sí, hay que estar preparado: para llegar y salir de la playa hay muchas escaleras, y el acceso al agua también puede requerir un poco de fuerza. ¡Pero la recompensa es un baño inolvidable!
Siros, una isla diferente en las Cícladas
Lo que más nos sorprendió de Siros es que no se parece tanto a las típicas islas de casas encaladas como Mykonos o Santorini. Ermúpoli tiene un aire más señorial y urbano, con un legado cultural que se respira en cada esquina.
Aun así, conserva el encanto griego de siempre: calles estrechas, gatos que se pasean tranquilos, y el olor del mar mezclado con el de las buganvillas en flor.
Consejos para visitar Siros en un día desde un crucero
Si, como nosotros, llegas a Siros en crucero y tienes solo unas horas, aquí van algunas recomendaciones:
1. Calzado cómodo y energía
Prepárate para subir y bajar muchas escaleras. Lo mejor es llevar zapatillas cómodas y agua para hidratarse.

2. Paseo por Ermúpoli
No te pierdas la plaza Miaouli, el Ayuntamiento, el Teatro Apolo y las iglesias de San Nicolás y la Resurrección.
3. Bañarse en Vaporia
Si tienes tiempo, lleva bañador y toalla para disfrutar de un baño distinto en las plataformas de Vaporia Beach.
4. Disfruta del ambiente
Tómate un rato para sentarte en una terraza del puerto o de la plaza principal. El ritmo tranquilo de la isla es parte de su magia.
Nuestra despedida de Siros
Al regresar al barco, miramos hacia atrás y vimos cómo el sol iluminaba las fachadas de Ermúpoli. Nos llevamos con nosotros las imágenes de su pasado elegante, el cansancio feliz de haberlo recorrido a pie y la frescura del mar de Vaporia en la piel.
Siros quizá no sea la isla más famosa de Grecia, pero es un secreto luminoso que guarda lo mejor de la historia, la arquitectura y la vida mediterránea. Para nosotros, fue un día corto pero inolvidable, un regalo del Egeo que ya forma parte de nuestro viaje.

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