
Rodas en nuestro crucero por Grecia
Escrito por José Cotino
Nuestro viaje en crucero sigue avanzando, y cada parada está siendo toda una experiencia. Salimos desde Estambul, y el primer día llegamos a Syros, un pueblecito que nos sorprendió para bien con sus casitas blancas, su puerto animado y ese ambiente auténtico que tanto nos gusta. La siguiente parada fue en Bodrum, en la costa turca, y aunque siempre intentamos encontrarle el encanto a todos los lugares, esta vez ni a mí ni a mi familia nos convenció demasiado.
Hoy, en cambio, tocaba Rodas, y la isla griega sí que nos ha enamorado. Desde el primer momento sentimos que aquí había mucho por descubrir: playas de agua cristalina, historia a cada paso y rincones donde perderse.
Explorando Rodas en buggy
Lo primero que hicimos al bajar del barco fue alquilar un buggy. Queríamos movernos con total libertad y poder recorrer diferentes calas sin depender de autobuses ni taxis. Además, conducir un buggy por las carreteras de Rodas es toda una aventura en sí misma: aire en la cara, risas de los niños y esa sensación de que el día iba a ser especial.

Anthony Quinn Bay: un paraíso de cine
Nuestra primera parada fue Anthony Quinn Bay, una de las calas más famosas de Rodas. Recibe su nombre por el actor Anthony Quinn, protagonista de Zorba el Griego, que quedó fascinado con este rincón cuando rodó aquí una película en los años 60.
La cala es pequeña, rodeada de rocas y vegetación, con un mar transparente donde se pueden ver los peces incluso sin gafas de buceo. Eso sí, había bastante gente, porque es un lugar muy popular. Aun así, el paisaje compensa: es uno de esos sitios que parecen sacados de una postal.
Ladiko Beach: la vecina tranquila
Justo al lado se encuentra Ladiko Beach, algo más recogida, con aguas igual de espectaculares. Aunque también estaba concurrida, conseguimos darnos un chapuzón y disfrutar un rato del entorno. La combinación de las dos calas, tan cercanas entre sí, hace que merezca la pena acercarse hasta allí.


Traounou Beach: espacio y calma
Después seguimos con el buggy hasta Traounou Beach, una playa mucho más grande y tranquila. Aquí sí encontramos un respiro del bullicio, con espacio de sobra para relajarnos y disfrutar de un baño sin prisas. Las aguas eran de ese azul turquesa tan típico del mar Egeo, y el contraste con las formaciones rocosas de alrededor le daba un toque especial.
Fue el lugar perfecto para descansar un rato antes de volver hacia la ciudad de Rodas.
Comida típica griega en el Restaurante Mama Sofia
Con el sol de mediodía apretando, decidimos regresar al centro de la ciudad para comer. Nos habían recomendado el Restaurante Mama Sofia, un local de cocina griega tradicional en pleno casco antiguo, y la verdad es que fue todo un acierto.
La atención fue cercana y amable, y los platos… ¡deliciosos! Probamos un poco de todo: mousaka, souvlaki, ensaladas frescas con queso feta y ese pan casero que no puedes dejar de mojar en el aceite de oliva. Los niños también disfrutaron porque había opciones sencillas para ellos, así que salimos todos encantados.
Comer en Mama Sofia no fue solo llenar el estómago, sino también sentir un poquito más la esencia griega.


Paseo por el casco histórico de Rodas
Con energías renovadas, tocaba seguir explorando, esta vez a pie. El casco histórico de Rodas es un lugar mágico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Caminar por sus calles empedradas es como retroceder en el tiempo hasta la época medieval.
Las murallas que rodean la ciudad son impresionantes, y dentro se esconde un laberinto de callejuelas llenas de tiendas, tascas y rincones con mucho encanto. Uno de los lugares que más nos impactó fue la Calle de los Caballeros, donde vivían los miembros de la Orden de San Juan. Es sorprendente pensar que hace siglos esta ciudad era un importante bastión defensivo en el Mediterráneo.
También pasamos por el Palacio del Gran Maestre, una fortaleza impresionante que parece sacada de un cuento. Aunque no tuvimos tiempo de visitarlo por dentro, solo contemplarlo desde fuera ya impresiona.


Sensaciones finales: Rodas nos conquistó
Después de un día tan completo, llegó el momento de volver al barco. Mientras nos alejábamos de la isla, pensaba en lo diferente que puede ser cada parada del crucero: Syros nos había parecido un pequeño tesoro, Bodrum nos dejó un poco fríos y, en cambio, Rodas nos conquistó por completo.
Lo que más me gustó de Rodas fue la combinación perfecta entre playas de ensueño, historia apasionante y un ambiente agradable que te invita a quedarte más tiempo. Es una isla a la que sin duda me encantaría volver, quizás con más calma, para descubrir todavía más rincones.
Viajar en familia hace que cada experiencia sea aún más especial: las risas en el buggy, los chapuzones en las calas, los comentarios de los niños al ver castillos medievales… Son recuerdos que se quedan grabados para siempre.
Conclusión
Si estás pensando en hacer un crucero por el Egeo o visitar las islas griegas, Rodas es una parada imprescindible. En un solo día puedes disfrutar de playas increíbles, probar la gastronomía local y perderte por uno de los cascos históricos más bonitos de Europa.
Nosotros seguimos nuestro viaje, pero guardamos en el corazón las imágenes y sensaciones que nos regaló esta isla griega llena de magia.

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