
Peratallada: un viaje al corazón de la Edad Media en Girona
Escrito por José Cotino
Hay lugares que parecen detenidos en el tiempo, y luego está Peratallada, un pequeño pueblo en el Baix Empordà, Girona, que parece salido de un cuento de caballeros y princesas. Estuve allí hace poco con mi familia y todavía tengo la sensación de que, al girar cualquier esquina, podía encontrarme con un juglar o un caballero a caballo.
Pasear por Peratallada: calles empedradas que cuentan historias
Nada más llegar, lo primero que llama la atención son sus calles empedradas, tan perfectamente conservadas que caminar por ellas es como retroceder varios siglos. Leo, mi hijo, iba imaginando que cada piedra escondía un secreto: un dragón dormido, un pasadizo mágico o una trampa para intrusos.
Mientras tanto, Nina se fijaba en las casas cubiertas de hiedra, con puertas de madera antigua y ventanas pequeñitas. Me preguntó por qué eran así, y le conté que este es un pueblo medieval que nació entre los siglos X y XIII, y en esa época se construía así para protegerse del frío y de los enemigos. A veces me toca hacer de guía turístico para la familia, y me encanta.
Cada rincón de Peratallada parece diseñado con pinceladas de historia: portales de piedra, balcones floridos y callejones estrechos que invitan a perderse sin prisa.
¿Qué significa Peratallada?
Una de las preguntas que más me gustó fue la de Leo, mientras cruzábamos una antigua plaza:
—Papá, ¿por qué se llama Peratallada?
La respuesta está en su propio nombre. “Peratallada” significa “piedra tallada” en catalán, y no puede ser más acertado. Todo el pueblo está construido sobre y con piedra. Incluso el foso que rodea parte del casco antiguo fue excavado directamente en la roca. Es impresionante ver cómo la piedra forma parte viva del paisaje urbano.
El castillo y la torre del homenaje: guardianes del pasado
En el centro del pueblo se alza el antiguo castillo de Peratallada, con su torre del homenaje aún imponente. Aunque no se puede visitar por dentro, contemplarlo desde fuera ya es toda una experiencia. Se siente su historia, como si aún protegiera a los habitantes de otro tiempo.
Nos sentamos en una terraza cercana, con vistas al castillo, y nos tomamos un descanso mientras los niños imaginaban un búho gigante que vivía en lo alto de la torre y cuidaba el lugar cada noche. Peratallada tiene esa magia: despierta la imaginación, sobre todo la de los más pequeños.


Comer en Peratallada: sabores que saben a historia
Después de tanto caminar, toca reponer fuerzas. Y en Peratallada se come muy bien. Encontramos una pequeña fonda con mesas de madera y un menú delicioso. Pepe pidió carne con setas de temporada, Lola una ensalada con queso de cabra y flores comestibles (¡preciosa y sabrosa!) y los niños disfrutaron de un helado artesanal de higos y miel que nos dejó sin palabras.
Todo sabe mejor cuando el entorno acompaña, y aquí, cada comida es una experiencia.
Un lugar al que querrás volver
Peratallada no es un sitio para ir con prisa. Es un lugar para dejarse llevar, para caminar despacio, para observar los detalles y escuchar los ecos del pasado. Cada rincón tiene algo que contar.
Al caer la tarde, cuando la luz del sol tiñe las piedras de tonos dorados y las sombras se alargan, uno siente que ha sido parte de algo especial. Justo antes de irnos, Leo me dijo:
—Papá, ¿tú crees que este pueblo tiene magia?
Y yo le respondí sin dudarlo:
—Estoy seguro de que sí. Y ahora, un pedacito de esa magia viaja con nosotros.


¿Vas a visitar Peratallada?
Si estás planeando una escapada por la provincia de Girona, Peratallada es una parada imprescindible. Ideal para una excursión en familia, para amantes de la historia o simplemente para quien necesite desconectar y respirar calma entre piedras centenarias.

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