
Por José Cotino
Nina y Leo, con sus 16 y 14 años, se sentían como auténticos exploradores frente al mapa de pistas de Baqueira Beret. ¡Conquistar el mítico Mirador era su objetivo! Y vaya si tuvieron suerte: el día anterior había nevado sin parar, dejando las montañas cubiertas con un manto blanco perfecto.

Despertaron con la emoción a flor de piel en su habitación del hotel en la cota 1500. El olor a chocolate caliente subía desde el comedor, mezclándose con el frescor del aire de la montaña que entraba por la ventana. ¡Hoy era el día! Tras un desayuno a base de croissants y chocolate caliente que les reconfortó el cuerpo, se enfundaron en sus trajes de esquí, pareciendo astronautas multicolor.
«¿Listos para la aventura?», preguntó papá Pepe con una sonrisa, ajustándose las gafas de esquí.
«¡Sí!», exclamaron Nina y Leo al unísono, ansiosos por salir.

El «huevo», como llamaban cariñosamente al telecabina, los elevó suavemente hasta la cota 1800. Se deslizaban por el aire, contemplando a través de las ventanas panorámicas el paisaje nevado que se extendía a sus pies. El sonido de los motores se mezclaba con las risas de otros esquiadores, creando una sinfonía de alegría y expectativa. Nina y Leo se apretujaban contra el cristal, señalando con emoción las pistas que veían a lo lejos, imaginando las bajadas y los giros que pronto realizarían. Allí, en la estación superior, les esperaba su monitora, una chica joven y sonriente con el pelo recogido en una trenza. Llevaba un anorak rojo brillante y un gorro de lana con un gran pompón, y sostenía un cartel con sus nombres escritos con rotulador negro.
«Sabías que el telecabina de Baqueira tiene una longitud de 2.028 metros y supera un desnivel de 300 metros? ¡Impresionante!»
Aunque ya habían esquiado antes, papá Pepe y mamá Lola insistieron en que tomaran unas clases para pulir su técnica. «La seguridad es lo primero», repetía papá Pepe con su tono de capitán de barco.
Así que, durante un par de horas, Nina y Leo practicaron giros y frenadas en la zona de la Cabana, una suave ladera ideal para principiantes. Pero la verdadera aventura les esperaba en lo alto. Con el telesilla ascendieron hasta el Mirador, un balcón natural con vistas que les dejaron sin aliento. ¡Era como estar en la cima del mundo!
Las montañas nevadas se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y el cielo azul intenso parecía un lienzo infinito. El viento frío les rozaba la cara, mientras el sol les acariciaba con sus rayos.
«¡Guau!», exclamó Nina, sin aliento. «Esto es increíble».
Leo, más reservado, asintió en silencio, con los ojos brillantes de emoción.
Las primeras bajadas fueron prudentes. El Mirador, aunque no era una pista negra, tenía tramos bastante empinados, y la nieve, aún recién pisada, presentaba algunos planos de hielo. Pero con cada giro, con cada frenada controlada, la confianza de los hermanos crecía. Sentían la adrenalina correr por sus venas, la libertad del descenso, la magia de la montaña.
Por la tarde, desafiaron sus límites en la pista Luis Arias. Esta sí que era una pista negra de verdad, una de las más míticas de Baqueira. Papá Pepe, un esquiador experimentado, les había hablado de sus fuertes pendientes y sus curvas cerradas.

«Es una pista para valientes», les había dicho con una sonrisa pícara.
Y vaya si lo era. Los primeros metros fueron de puro terror. La inclinación era tan pronunciada que parecía que iban a salir volando. Nina y Leo, con el corazón en la garganta, hacían giros amplios y desesperados, tratando de controlar la velocidad.
«¡Esto es una locura!», gritó Nina, con la voz entrecortada.
Leo, pálido como la nieve, solo atinaba a seguir a su padre, que bajaba con una fluidez envidiable.
Finalmente, tras un descenso interminable que les pareció una eternidad, llegaron al final de la pista, temblando pero ilesos.
«¡Nunca más!», exclamó Nina, dejándose caer en la nieve.
Leo, sin aliento, asintió en silencio. Habían superado el reto, pero por el momento, preferían volver a las pistas más tranquilas.
El día siguiente, con las piernas aún cansadas de la aventura anterior, decidieron explorar la zona del Mirador con más calma. Disfrutaron de las vistas panorámicas, se retaron en pequeños saltos y carreras, y se dejaron llevar por la magia del lugar.
Al mediodía, descendieron por la Cara Nord, una pista roja con tramos muy divertidos y otros más tranquilos. El destino era el restaurante Moët Winter Lounge, un lugar de moda con un ambiente increíble y un DJ que pinchaba música animada. Allí disfrutaron de una comida deliciosa con vistas a las pistas, rodeados de esquiadores y snowboarders de todas partes del mundo. El sabor de la pasta caliente y el aroma del chocolate de sus postres les reconfortó tras una mañana de esquí.

Con la barriga llena y el corazón contento, regresaron al hotel esquiando por la pista «La Vuelta a Casa», un largo y suave descenso que les permitió disfrutar del paisaje y recordar las emociones vividas.
Baqueira Beret había cumplido con sus expectativas. Con sus 165 km esquiables, sus 35 remontes y sus pistas para todos los niveles, era un auténtico paraíso para los amantes de la nieve. Nina y Leo se marchaban con la promesa de volver, con más experiencia y con ganas de conquistar nuevos retos.
Datos curiosos sobre Baqueira Beret:
- Cota máxima: 2.610 metros (Cap de Baqueira)
- Desnivel: 1.110 metros
- Número de pistas: 111
- Verdes: 7
- Azules: 42
- Rojas: 39
- Negras: 23
- Snowparks: 3
- Restaurantes en pistas: Más de 20
Y así, con la imagen de las montañas nevadas grabada en sus retinas, Nina y Leo se despidieron de Baqueira, llevando consigo un baúl lleno de recuerdos inolvidables.

¡Hola! Soy José Cotino.
Soy un apasionado creador de experiencias únicas para familias y niños, y mi objetivo es convertir cada viaje en una aventura inolvidable. Esta vez, nos lanzamos a las pistas nevadas de Baqueira Beret, donde la emoción, la diversión y el aprendizaje se fusionaron en un cóctel perfecto.
A principios de enero de 2025, con la nieve recién caída y el sol brillando en un cielo azul intenso, llevé a mi familia a disfrutar de dos días de esquí en este paraíso invernal. Nina y Leo, mis hijos, se convirtieron en intrépidos exploradores, conquistando pistas como el Mirador y desafiando sus límites en la mítica Luis Arias.
Desde deslizarse por la suave ladera de la Cabana hasta disfrutar del ambiente vibrante del restaurante Moët Winter Lounge, cada momento fue una oportunidad para crear recuerdos imborrables.
One thought on “Baqueira: ¡Nieve, emoción y risas en familia!”