
Por José Cotino
¡Saludos, valientes trotamundos! Aquí Pepe, al mando de la expedición familiar más intrépida que jamás haya surcado los cielos (bueno, en realidad viajamos en avión, pero suena más épico así). Junto a mi inseparable Lola, la estratega y fotógrafa oficial, y nuestros osados hijos, Leo, el cartógrafo, y Nina, la exploradora de mirada aguda, os traemos una crónica cargada de emoción desde el corazón de la mismísima Roma.
Hoy, en la recta final de este 2024, el día 29 de Diciembre, nos hemos embarcado en una aventura que nos ha llevado a través de los verdes dominios de Villa Borghese hasta la majestuosa Piazza del Popolo. ¡Y lo hemos hecho con estilo, como corresponde a una familia de aventureros de nuestra categoría!
La Conquista de Villa Borghese en Nuestro Carruaje Mágico
Nuestra jornada comenzó temprano, con el sol romano acariciando tímidamente los tejados de la ciudad. Tras un desayuno digno de campeones (¡cruasanes, zumo y un buen café para los mayores!), nos dirigimos hacia nuestro primer objetivo: la inmensa y legendaria Villa Borghese.
Pero no nos íbamos a enfrentar a este gigante verde a pie. ¡No, señor! Habíamos ideado un plan mucho más astuto y, admitámoslo, mucho más divertido: ¡conquistaríamos Villa Borghese a bordo de un carruaje eléctrico!
Tras una breve negociación con nuestro guía, un romano moderno con el espíritu de un antiguo cochero, nos acomodamos en nuestro flamante vehículo. Leo, mapa en mano, asumió el rol de navegante, mientras Nina, con su inigualable capacidad para detectar hasta el más mínimo detalle, se encargaba de la observación. Lola, cámara en ristre, inmortalizaba cada momento de esta épica travesía.
Descubrimientos y Maravillas en el Corazón Verde de Roma
Adentrarse en Villa Borghese es como entrar en un mundo aparte, un oasis de paz y belleza en medio del bullicio de la ciudad. Nuestra primera parada nos transportó a un jardín secreto, donde un lago tranquilo reflejaba el cielo azul. Allí, un grupo de patos, como pequeños gondoleros, surcaban las aguas con envidiable serenidad.

Continuamos nuestro periplo a traves de arboledas que guardan esculturas que parecen cobrar vida, con las sombras del atardecer. Nos sorprendió un imponente templo dedicado a Esculapio que parecia flotar sobre la laguna. Parecía un lugar sacado de un cuento de hadas, con su escalinata, las estatuas, el agua. Era una imagen mágica que nos dejo con la boca abierta.
Leo, con su entusiasmo contagioso, nos recordaba constantemente que estábamos en uno de los parques urbanos más grandes de Europa. Nina, por su parte, no perdía detalle de las ardillas que se escabullían entre los árboles, como pequeños duendes del bosque.

Cada rincón de Villa Borghese era una nueva sorpresa. Pasamos junto a un hermoso jardín zoológico, conocido como el Bioparco, al que prometimos a los niños volver con más tiempo en otra ocasión. Lola, con su ojo artístico, capturaba la luz mágica que se filtraba entre las hojas, creando un ambiente de ensueño.
Ascenso Triunfal a la Piazza del Popolo
Pero la aventura no había hecho más que empezar. Nuestro carruaje eléctrico, silencioso y veloz, nos condujo a través de senderos bordeados de pinos y cipreses hasta la cima de una colina, donde nos esperaba una recompensa digna de los dioses: la terraza de la Piazza del Popolo.
Y allí estaba, ante nuestros ojos, una vista panorámica que nos dejó sin aliento. Roma, la Ciudad Eterna, se extendía a nuestros pies como un tapiz de historia y belleza. Desde esa altura privilegiada, podíamos divisar los tejados rojizos, las cúpulas majestuosas de las iglesias, las plazas vibrantes de vida y, a lo lejos, la inconfundible silueta del Coliseo. El obelisco egipcio, Flaminio, que se erigía en el centro de la plaza, parecía un dedo gigante que señalaba al cielo. Las dos iglesias gemelas, Santa María dei Miracoli y Santa María in Montesanto, enmarcaban la escena, añadiendo un toque de simetría perfecta.

Leo, con su alma de explorador, identificaba cada monumento con la ayuda de su inseparable guía. Nina, con su espíritu soñador, imaginaba las historias que se escondían detrás de cada callejuela, cada edificio, cada rincón de la ciudad.
Lola y yo nos abrazamos, sintiéndonos afortunados de poder compartir este momento mágico con nuestros hijos. La brisa fresca de la tarde acariciaba nuestros rostros mientras disfrutábamos del espectáculo visual que se desplegaba ante nosotros. La luz dorada del atardecer bañaba la ciudad, creando una atmósfera de ensueño.
Un Final de Año Inolvidable
Tras la subida nos esperaba la magnifica Piazza del Popolo con su obelisco en el centro y la multitud de gente que iba y venia. Bajamos por las escalinatas y nos perdimos en este mar de gente.

La Piazza del Popolo, que en sus orígenes era una simple puerta de acceso a la ciudad, ha evolucionado a lo largo de los siglos hasta convertirse en uno de los espacios más emblemáticos de Roma. Su transformación más radical se produjo en el siglo XIX, cuando Giuseppe Valadier le otorgó su aspecto neoclásico actual. El obelisco egipcio, un vestigio del antiguo Egipto, se erige en el centro de esta plaza, recordándonos la conexión de Roma con civilizaciones más antiguas y convirtiéndola en un punto de encuentro entre la historia y la modernidad. A lo largo de su historia, la plaza ha sido testigo de numerosos eventos históricos, desde coronaciones hasta celebraciones populares, consolidando su lugar como uno de los corazones palpitantes de la Ciudad Eterna.
Nuestra aventura en Villa Borghese y Piazza del Popolo fue el broche de oro perfecto para un año lleno de viajes y descubrimientos. Hemos demostrado, una vez más, que con un poco de imaginación, un toque de audacia y, por supuesto, un carruaje eléctrico, ¡cualquier destino se convierte en una aventura inolvidable!
Consejo de Pepe: Si viajas a Roma con niños, no dudes en alquilar un carrito eléctrico en Villa Borghese. Es una forma divertida y cómoda de recorrer el parque y a los peques les encantará la sensación de aventura. Recuerda reservar con antelación, especialmente en temporada alta.
¡Hola! Soy José Cotino y mi pasión es crear experiencias inolvidables para las familias. En nuestra última aventura, Roma nos regaló momentos mágicos. La Villa Borghese se convirtió en nuestro parque de aventuras personal: alquilamos barquitos en el lago, perseguimos patos, y hasta nos perdimos en un laberinto de setos. ¡La risa de los niños llenó cada rincón del parque! Y la Piazza del Popolo… ¡qué decir de la Piazza del Popolo! Con sus dos iglesias gemelas y el imponente obelisco, nos transportó a otra época. Nos sentamos en las escalinatas a disfrutar de un helado mientras observábamos a la gente pasar. ¡Roma con niños es una experiencia única! ¿Quieres saber cómo planificar una escapada familiar perfecta en la Ciudad Eterna? ¡Sigue mis pasos!»
